Febrero: la Naturaleza Dual del Principio Femenino
- Leo En PHI

- 22 feb 2017
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 12 mar 2022

El segundo mes de nuestro calendario es esencialmente Femenino, y por lo tanto: Dual. Encontramos esta naturaleza en cada característica, en cada mito y en cada celebración realizada en este Período. El romanticismo con el que -comercialmente- se impregna al Día de los Enamorados, contrasta con el libertinaje pagano con el que se festeja el Carnaval. Paradójicamente, el Día de los Enamorados tiene un origen pagano orgiástico, mientras que el Carnaval ( que proviene de carne levare: quitar la carne), nos habla del comienzo del período cristiano de la Cuaresma. El mito de San Valentín, por otro lado, fue “dirigido” por la Iglesia para celebrar el amor moral en contraste a las censuradas Lupercales romanas y sus februas (palabra de la cual precisamente toma su nombre este mes), fiestas romanas dirigidas originalmente a la fertilidad y la procreación. A su vez, dichas Lupercales toman el nombre de Fauno (dios romano de apariencia mitad humana y mitad macho cabrío), también llamado Luperco, que se transforma en una loba para poder amamantar y salvar así a los abandonados mellizos que se convertirían en Rómulo y Remo. Es increíble la cantidad de formas en las que se invoca al número 2 en este mito: el dios protagonista aparenta un ser humano de la mitad de su cuerpo hacia arriba -lo cual significa inteligencia y divinidad-, y un macho cabrío de la mitad de su cuerpo hacia abajo -lo cual representa lo impuro y lo salvaje; estos símbolos están reforzados en que ostenta dos cuernos sobre su frente y un gran falo entre sus piernas. Siendo un dios eminentemente fálico y masculino, se convierte en una loba para realizar un acto exclusivamente femenino: el de amamantar a las crías… que “casualmente” son mellizos!. La discusión, el desacuerdo y la lucha entre ambos hermanos respecto al nombre y la ubicación que debería tener la nueva ciudad -que terminó llamándose Roma al ganar Rómulo- es otro reflejo de la energía de este número: dos pares que pelean entre sí, pareciendo no poder soportar la existencia de un otro igual a mí allí fuera, queriendo regresar al Uno. Lacan suele representar a la persona (a quien denomina ‘sujeto’, pero no confundir con el Sujeto en el sentido de la Enseñanza Iniciática: el sujeto lacaniano, como lo explicó en una ocasión Cristian Zeballos, es ‘la bolsa de huesos’), con el símbolo $ para denotar la naturaleza escindida, dividida de la persona: dividida entre lo que quiere decir y lo que Dice; entre lo que hace y aquello que simbólicamente está Haciendo en ese Acto. Esa lucha interna, entre nuestro Yo y nuestro Sujeto (ahora sí en el contexto Iniciático), en la cual Rómulo y Remo, Caín y Abel, Osiris y Seth, o como quieran llamarles, vuelven a enzarzarse en su infinita lucha por el control de la situación. El dos produce Tensión, Polarización, División, Dialéctica y Divergencia, pero esta es sólo una de sus caras, y como la Luna (cuerpo celeste femenino y ligado a este número de manera intrínseca), existe otra cara de esta fuerza que podemos usar a nuestro favor. Porque sin un otro, no hay Integración, no hay Complementaridad, no hay Unión, no hay Amor -Narciso podría argumentar algo al respecto, pero dejémoslo pasar-; sin un Dos, el Uno es estéril y el Fruto jamás llega, viviríamos en un mundo psicótico, cada uno en su esfera autista y nuestra especie desaparecería en una semana. Porque sencillamente, no estamos configurados mentalmente -y mucho menos biológicamente- para estar completamente solos. Necesitamos a un otro para certificar nuestra existencia. El Tao es mucho más que el Yin y el Yan juntos; el Todo siempre es más que la suma de sus partes. La Belleza de la Complementaridad, está mágicamente inscripta en nuestra naturaleza genética: tanto en el apareamiento de las hebras de ADN al replicarse, como en el simbolismo de que nuestras células sexuales sean las únicas del cuerpo que poseen la mitad de cromosomas. Esta es la Magia de la Sacerdotisa del Tarot: incluso su número II, en romanos, hace referencia a las dos columnas del Templo de Salomón, presentes incluso como pilares del Árbol de la Vida en la Qaballáh. En el Tarot en PHI, emerge con todo el poder de su Femineidad desde las Aguas Sagradas del Inconsciente, envuelta en Velos, Seduciendo desde Sus Misterios y señalando hacia el Hemisferio Derecho, el Reino de la Intuición, sobre el cual rige la Luna. Detrás de ella, las Columnas del Templo, una Blanca y otra Negra, enmarcan su figura Sagrada, recordándonos que su Fuerza proviene, precisamente, de la existencia de un otro Diferente a mí. Y si logramos acercarnos lo suficiente, la oiremos susurrar que Diferente no necesariamente implica Opuesto. No importa entonces si eres hombre o mujer, o si eres joven o mayor; ni siquiera si estás solo o en pareja. Mira a tu prójimo, ese ser próximo tan parecido y a la vez tan infinitamente distinto a tí. Míralo a los ojos, levanta tu copa y brinda por su Existencia: Febrero te invita a Celebrar la Diferencia!

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