Jano: el Mito Oculto en el mes de Enero
- Leo En PHI

- 5 ene 2017
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 12 mar 2022

Desde niños, sabemos que Enero es el primer mes del Año. Sin embargo, esto no siempre ha sido así: en los albores de la humanidad, una vez descubiertos los beneficios de la agricultura y el sedentarismo, el Ciclo que ahora llamamos Año estaba regido exclusivamente por los tiempos de la siembra y la cosecha. En ese contexto, sólo tenía sentido dividir el año en los diez meses productivos, y dejar los días más crudos del invierno a un lado, que en la zona mediterránea se transitan durante los actuales meses de Enero y Febrero. De esta forma, el mes de Enero (y también el de Febrero, para el caso) toman el cariz de meses de Introspección, definidos por la necesidad de pasar esos días en los hogares, sólo con las personas màs cercanas, reflexionando lo ocurrido en meses anteriores, y planificando lo que se hará en los venideros. Por supuesto, el hecho de que por debajo del Ecuador sean precisamente los meses más tórridos, y los asociemos en nuestra sociedad al descanso y las vacaciones, no hace mella en el concepto Simbólico inscripto en el inconsciente Colectivo respecto a este mes; todo lo contrario: ¿qué son las vacaciones -sea que las transcurrimos en la playa, la montaña o en nuestra propia casa-, sino una alegoría de ese retiro del trabajo de los meses anteriores, para pasar un tiempo exclusivamente con las personas con quienes realmente Deseamos estar?
Sin embargo, en el mismísimo nombre del mes (como es lógico), los romanos -probablemente con una fuerte influencia etrusca, un pueblo antiquísimo de la península itálica del que se sabe muy poco, pero son padres ni más ni menos que de la Numeración Romana, y las bases del sistema Pitagórico posterior, entre otras cosas- consagraron este mes a un dios muy particular y relativamente desconocido: Jano (o Iano), el dios de las dos caras. Esta consagración no es muy fácil de determinar en español debido a la deformación sufrida en la palabra Enero a partir de su origen latino: Ianuarius (Ianus: Jano, -arius: perteneciente a); en otros idiomas como el inglés o el portugués, la asociación es más explícita (January o Janeiro, respectivamente).
Ahora bien: ¿quién era esta dios romano? Jano era un dios romano que no gozaba de ninguna correspondencia directa con algún colega del Olimpo griego; su lugar tampoco estaba en el Panteón de los dioses, sino en cada hogar y templo (era considerado uno de los Lares, dioses de los hogares), por lo que los romanos sentían una muy particular devoción. Era el dios de las Puertas, los Comienzos y los Finales; por eso, entre otras cosas, le fue consagrado el primer mes del año, y se le invocaba públicamente el primer día de enero. También se le adjudicaba haber creado el dinero, la agricultura y la navegación. Se lo representaba con dos caras opuestas, ambas siempre de perfil: una mirando hacia atrás, y la otra hacia adelante. En las puertas, solían colocar una cara de un lado y otra del otro, lo cual simboliza claramente que atravesar un Umbral necesariamente implica simultáneamente despedirse de algo y dar la bienvenida a algo Nuevo. Los romanos aseguraban que este dios aseguraba Buenos Finales; quizás esta creencia está basada en el mito de que cuando los sabinos (otro pueblo pre-romano que habitaba la península itálica, que luego fue también absorbido por Roma) atacaron el Capitolio, Jano hizo que broten aguas hirvientes sobre los enemigos, obligándoles a replegarse. A partir de este Mito, cuando Roma estaba en Guerra, las puertas de su templo quedaban siempre abiertas, para que el dios acuda en su ayuda, mientras que las mismas permanecían cerradas en tiempos de Paz.
La asociación de un ser con dos rostros al primer mes del año no es exclusividad de los romanos, sin embargo: los griegos tenían a una criatura bicéfala parecida a un perro llamada Ortro, hijo -como la mayoría de los monstruos helénicos- de Equidna y hermano de Cerbero, el can de tres cabezas que custodiaba la entrada al Hades o Inframundo. Ortro era el perro-estrella Sirio, que inauguraba el Año Nuevo ateniense, y durante ese período se lo representaba mirando hacia atrás con una cabeza, y hacia adelante con la otra.
De esta forma, Enero es un mes de ‘Regalo’, dedicado a la Introspección, ideal para Proyectar hacia Adelante nuestros Resultados o Logros deseados, pero sin dejar de Considerar lo Aprendido durante el Ciclo anterior. En este sentido, es Invaluable la ayuda que pueden prestar Herramientas Iniciáticas como el Tarot en PHI, en cuanto a lograr Ver y Comprender en profundidad cuáles son las raíces ocultas de los Hechos, Por Qué Ocurrió lo que Ocurrió, Qué mecanismos de nuestro Inconsciente se Activaron (o se Activan aún) ante determinados estímulos, y finalmente con ese Entendimiento, establecer el mejor Punto Focal hacia el cual dirigirnos en este nuevo Año, qué Resultado alcanzar, cuál es la nueva Montaña cuya cima nos proponemos alcanzar en estros 365 días, de manera de acercarnos, cada vez más, a esa Chispa Divina en nuestro interior que contiene el Sentido de Por Qué y Para Qué estamos en esta Vida.
Si así lo hacemos, y utilizamos a nuestro favor la fuerza del Mito de Jano inscripto en Enero, podemos estar seguros de que llegaremos a Buen Puerto, y atravesaremos Triunfantes un Nuevo Umbral en nuestro Proceso de Desarrollo Personal.

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