Fin de Año y la Piel de la Serpiente
- Leo En PHI

- 30 dic 2016
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 12 mar 2022

Estamos a horas, minutos ya, del Cierre del Año 2016, y el Comienzo del 2017. 2016 ha sido un año en el cual se facilitó lo introspectivo, el buceo en las aguas de nuestro Inconsciente con una pregunta entre manos, y obtener la preciada Respuesta… quizás en forma de nuevas preguntas (así funciona en realidad nuestro proceso natural de Individuación). También ha sido un año (y en el tiempo en que escribo estas líneas aún lo es) en el cual hemos transitado experiencias valiosísimas, algunas placenteras y otras quizás no, de las cuales a través de la reflexión y el análisis podremos alcanzar un mayor entendimiento, en este año o los próximos, de nosotros mismos, de cuál es nuestro Deseo… o de cuál es nuestro Gran Problema, Aquello que en Hermetismo denominamos nuestra Falla.
La Celebración actual de la Cena del 31 de Diciembre, en la cual se aguarda con expectación la llegada del Nuevo Año, deja por fuera a quien debiera ser el Invitado de Honor en esa mesa: el ‘Año Viejo’. Muy frecuentemente se realizan (creyendo con un ojo y desconfiando con el otro) ‘rituales’ de dudosa eficacia enfocados al año entrante, del cual aún nada hemos recibido, pero poco se nombra respecto del año cuyas lecciones ya hemos Aprendido (nos hayan gustado o no) durante estos recientes doce meses.
Analicemos a modo de ejemplo uno de estos rituales. Existe uno actualmente muy difundido por aquí que consiste en comer, a las 00:00hs del nuevo año, doce uvas para tener prosperidad durante los próximos doce meses.
Independientemente del origen de este rito (contrariamente a lo popularmente establecido, lo importante de un ritual no es su origen ni su ‘edad’, sino el Desde Dónde se realiza; con lo cual un ritual creado hoy mismo podría ser mucho más efectivo que otro ‘milenario’), son observables ciertos Detalles subyacentes en el mismo; Detalles que giran 180° el sentido de Hacia Dónde se dirige el Ritual: Qué es lo que Eleva al Universo. Por ejemplo: el comer uvas relacionadas precisamente a los meses del año, remite casi sin asomo de duda al mito de Perséfone y su Rapto por parte de Hades. Según este Mito Helénico, que tiene resonancia en todas las culturas iniciáticas, Hades, dios del Inframundo, estaba enamorado de Perséfone, hija de Démeter -diosa Madre, protectora de las Cosechas y de todo lo que Crece naturalmente-. Siguiendo su naturaleza impulsiva y poco reflexiva, Hades irrumpe en la superficie donde estaba Perséfone y la rapta, desposándola en su oscuro Reino. Cuando Démeter se entera de la desaparición y el destino de su hija, cae en una profunda depresión que hizo que todo lo que había crecido en la tierra se marchitase y muriese; entonces Zeus interviene y obliga a su hermano a devolverla con su madre. Hades, a regañadientes, acepta, pero sólo bajo la condición de que no pruebe un solo fruto del Inframundo en su largo viaje de regreso a la superficie. Cuando Perséfone está viajando hacia su madre, observa unos frutos muy apetecibles que crecían a lo largo del camino; en ciertas versiones -las más difundidas- se trataban de granadas, pero otras hablan de arándanos… o de uvas. Por supuesto, la joven diosa no resiste la tentación y prueba tres, lo cual hace que apenas reencontrada con su madre, aparezca el denostado esposo a reclamar nuevamente a su reina. Ante esta disyuntiva (la desesperación de Démeter -y el temor a que el mundo quede nuevamente inhóspito- y el justo reclamo de Hades), Zeus decide que Perséfone pase tres meses en compañía de su esposo en el Hades (uno por cada fruto), y otros tres en compañía de su madre, en la superficie, dando así origen a los tres meses del invierno y del verano respectivamente, siendo la primavera el tiempo en que la esperanza de Démeter en ver a su hija próximamente la hace recuperar de su aflicción, y el otoño la nostalgia que la va embargando al hacerse más distante el recuerdo de su encuentro.
En este contexto, las uvas señalan una condena más que la promesa de una situación agradable, y la misma palabra ‘prosperidad’ con que investimos a cada uva y cada mes, encierra en su propia etimología el PRO ESPERAR, es decir: queda Dicho ante el Universo que cada una de esas uvas nos encadena a estar Dispuestos a Caer en Espera en cada uno de esos meses, conllevando la no realización de nuestros propósitos.
Por supuesto: no se trata de no comer más uvas ni de escondernos tras una cortina cuando un familiar bienintencionado lo proponga. Como en todo: lo más importante es lo Simbólico, luego la Emoción y finalmente lo que hacemos en lo Real. En este caso, lo Primero es Nombrar la Falla, como hemos hecho recién; Comprender lo que viene Dado por el Otro (reflejado en la sociedad y este ‘rito’ que ha llegado a nosotros desde ella), y finamente: Resignificarlo; es decir: cambiar la palabra Prosperidad, por ejemplo, por la Palabra Logros, cambiando así lo Dado y Refundando el Desde Dónde del Ritual.
Lo antedicho, sin embargo, nos devuelve al punto de la Despedida del 2016. Para ello, pensemos en la serpiente, animal que protege los tesoros ocultos de nuestro inconsciente: este animal, luego de cada ciclo de crecimiento, necesita desprenderse de su piel actual para poder desarrollar una piel nueva, más elástica, que le permita seguir desarrollándose. Durante todo el período entre una muda de piel y la siguiente, la serpiente está preparando ya su próxima piel, y desde el momento en que queda expuesta, su piel ya es un tejido muerto destinado a ser deshechado.
De la misma manera, las noches llamadas de Nochevieja (la del 31 de Diciembre), es un excelente momento para Evaluar nuestro propio Ciclo de Crecimiento. Como nosotros no nos desprendemos de una piel física, está bueno aprovechar estas cotas imaginarias que nuestros Yoes o Egos imprimen en estas fechas, haciéndonos creer que la noche del 31/12 está rodeada de una magia distinta a la que rodea a cualquier otra noche.
La Evaluación nos permite, a través de una retrospectiva consciente, rescatar todos los pequeños y grandes logros que hemos concretado, analizar, detectar y nombrar los inconvenientes (esfinges) que se interpusieron en nuestro camino, impidiéndonos lograr algunos de ellos, y Agradecer, Valorar y Amplificar tanto lo Logrado como lo Aprendido con lo No Logrado. DECIDIR QUÉ HAY EN ESTA PIEL DE LA QUE NOS DESPRENDEREMOS ESA NOCHE Y PARA SIEMPRE, eso que nos impedía seguir Creciendo. Sólo entonces estaremos en condiciones de establecer nuestra Nueva Montaña para el Año entrante.
El 2017 es un año con dos energías muy particularmente puestas a disposición nuestra: Por un lado, la de Los Inicios: el Comienzo de Nuevos Proyectos y toda la Energía Creativa al alcance de nuestras manos; por el otro: la continuidad y el Cumplimiento de un Ciclo que actualmente está activo. Puede tratarse de un ciclo positivo o negativo, y sólo será de acuerdo a si favorece a nuestra Meta o se interpone en nuestro Camino que esta cualidad será juzgada.
Sólo luego de una cuidadosa Evaluación del camino Recorrido, podemos establecer certeramente una Nueva Montaña con un desde Dónde Iniciático. Pensar sólo en el Futuro, y Esperar Pro(e)sperar, es caer en la Trampa de nuestro registro Imaginario. Valoremos los pasos que hemos dado este año; no importa si todos fueron en la dirección deseada; de cada uno de ellos tenemos una Lección que Aprender.
Deseo desde lo más profundo de mi corazón que tengan todos un Excelente Año 2017, tanto Ustedes como sus seres queridos, lleno de Paz, Entusiasmo y Resultados Alcanzados!
Salud!

.png)
























Comentarios